1899
Peaje para cruzar el puente

Bajando al llano y a la entrada del pueblo se encuentra el puente de construcción medieval aunque parte de su fábrica fue reconstruida a finales del siglo XVII, conviviendo por lo tanto los ojos apuntados del gótico y los medievales de medio punto. La autoría de la construcción del viejo puente no se puede asegurar de manera rotunda, aunque la voz popular lo asigna a los romanos. Lo que sí se sabe con certeza es que en tiempos de Carlos III (1403), se comunicó la necesidad de repararlo porque había caído en ruina.

Para ello, concedió a los naturales del lugar la pecha ordinaria de los judíos de la población durante los siguientes cinco años, todas las capellanías perpetuas que no celebraran en la villa y todas las mandas de testamentos dejados sin declaración expresa a la voluntad de los cabezaleros.

Así pues, a comienzos del siglo XV existía un puente que se consideraba de importancia por su amplia exención tributaria y la misma ayuda real. Es más que probable que se trate del actual puente, o cuando menos de sus basamentos. En él conviven los ojos apuntados y los de medio punto.

Andando en el tiempo, se creó el señorio de Peralta y sus señores feudales se preocuparon de acrecentar sus rentabilidades económicas mediante la mejora de la infraestruectura. Desde ese momento, el puente pasó a depender directamente del Marquesado de Falces, el cual le proporcionaba substanciosas rentas por su peaje.

Las diferentes leyes que acabaron en el siglo XIX con el feudalismo hicieron que el puente pasara a la titularidad municipal y que el peaje se eximiera a los vecinos de la villa, situación que cambió en febrero de 1899 en el que la Diputación Foral declaraba que todos los vecinos de esta villa debían satisfacer el peaje correspondiente al pasar por la cadena con géneros destinados a la venta en el exterior y que no hubieran sido producidos en Peralta.

El Ayuntamiento discutió el asunto haciendo ver que dicha normativa era contraria a las concesiones otorgadas por decreto en 1851, a cambio de la cesión del puente, la Diputación se ratificó en sus acuerdos precedentes y obligó a los vecinos a pagar. Así, que el puente construido por iniciativa real, tras un breve paréntesis de titularidad municipal, volvía al estado a través de la Diputación.